lunes, 13 de agosto de 2018

Cerca del Cielo - Por: José Ramón Flores Viveros

K2: Antes del Final.

Columna de colección 15 
Aniversario(I de II partes)

Crónica de la trágica muerte del alpinista mexicano Adrian Benítez Morales, ocurrida en el K2 la montaña asesina. Aderezada con un poco de ficción del columnista y comentarios del Dr. Ricardo Torres Nava. 

Cordillera del Karakorum en Paquistán, agosto de 1992. Mientras iban descendiendo por las peligrosas pendientes de la montaña asesina, Ricardo Torres Nava primer latino y mexicano en la cumbre del Everest (mayo de 1989) y Adrian Benítez Morales; Ricardo al ver la cristalizada capa de hielo que tenían por delante, vino a su mente de forma inevitable un muy mal recuerdo: solo cinco meses antes en el Pico de Orizaba en México, descendía con un grupo de cuatro clientes; apenas abajo del labio inferior del cono del volcán, era una capa metálica de hielo por lo que Ricardo decidió que bajaran sin estar atados. Uno de los montañistas se rezago al tratar de captar una imagen con su cámara. Estaba parado en una zona muy inclinada y expuesta. Con dificultad trataba de mantenerse erguido. Los crampones apenas si los lograba mantener adheridos a la minúscula capa de nieve y hielo. Era la imagen pura de indefensión e ignorancia. Con ambas manos apenas si podía sostener el aparato. El piolet le colgaba de la muñeca del brazo derecho. Un solo pasó en falso y saldría volando hacia la pronunciada pendiente. Ricardo le gritó que bajara de inmediato, pero solo en cuestión de instantes, se escuchó un zumbido al resbalar violentamente los crampones en el hielo. Un grito descompuesto de terror y como si se tratara de “Supermán”, el hombre salió volando al vacío, pasó por encima de los montañistas y se perdió de vista. Ricardo les pidió a sus acompañantes que se quedaran donde estaban. De inmediato comenzó a bajar, se encontró a 40 metros a un escalador español que subía. Este le dijo a Ricardo que su compañero estaba más abajo con un tremendo golpe en la cabeza, una piedra lo había detenido  en su violenta caída. De no ser por esto, hubiese seguido avanzando por la pendiente a un océano de rocas más abajo, a una  muerte casi segura. Mientras llegaban donde se encontraba el herido, manchas de sangre en la blancura de la nieve, indicaban donde el infortunado había ido golpeándose en su caída. Tenía una herida impresionante en la cabeza de donde sangraba de fea manera. Dentro de todo lo grave del asunto, se encontraba consciente y contesto de manera coherente a todas las preguntas que Ricardo le hizo.


El recuerdo del Pico de Orizaba fue interrumpido cuando se encontraron con una canaleta de 20 metros de longitud que terminaba en una caída vertical que calcularon en 1500 metros de caída libre. Buscaban llegar antes de que oscureciera a un campamento inferior. Adrian no se había sentido bien, ya estaban arriba de los 8 mil metros de altura. Los miembros de la expedición mexicana denominada “Tepehua”, la formaban Ricardo Torres Nava, Adrián Benítez y Héctor Ponce de León. Héctor y Ricardo se encontraban casi listos para intentar la cumbre del K2, no así Adrián que arrastraba un grave problema de carácter sentimental y que le estaba afectando en su desempeño en el ascenso a esta terrible y peligrosa montaña. Bajaban unidos a una cuerda y al analizar la peligrosa maniobra que tendrían que realizar, Adrián impulsado por un extraño presentimiento, le pidió a Ricardo hacer el traslado sin la cuerda de seguridad. Sabían perfectamente que si alguien caía, arrastraría irremediablemente a su compañero…Ricardo chispo la cuerda de su mosquetón…fue entonces que una feroz y violenta ráfaga de viento los golpeo, Ricardo se arrojó sobre la blanca superficie y con todo su peso, consiguió enterrar el piolet, los siguientes segundos fueron de una visión apocalíptica, Adrián fue levantado… (Continuará)

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