lunes, 13 de agosto de 2018

DESDE LA FINCA - Por: El Cortador


De recuerdos y enseñanzas.- Esta semana los aguaceros han llegado sin anunciarse. Cuando los campesinos se andan cuidando del fuerte sol de la canícula, inesperadamente se suelta un aguacero que no queda otro remedio que aguantarlo. Ya la finca está cargada con granos verdes que en menos de un mes, requerirán de gente para ser cortados. Mientras tanto, los jornaleros tratan de mantener la finca limpia de hierba que crece rápidamente por tener suficiente agua y sol. El chubasco pasa rápidamente y, mojados pero contentos, se disponen a compartir el bastimento. La hora de la comida es un ritual místico y sagrado. Además de compartir los tacos elaborados por las diligentes mujeres, madres o esposas, permite hacer una breve pausa donde se disfruta de la charla amena e interesante. Todos esperan que el viejo cortador curtido por el tiempo y el trabajo, se instale en su piedra, para provocarlo con preguntas y comentarios que derivarán en una cátedra de filosofía pragmática. “Abuelo, oímos en el radio que se celebra el día de la juventud; ¿tú qué opinas?... El jerarca de los cafetales, el histrión de las laderas; dándole un trago al calabazo de agua para bajar el taco, se limpia la boca con la manga y se arranca: “La mejor manera de festejar a los jóvenes es dejarlos ser. Guiarlos sin imponerles; corregirlos sin humillarlos, orientarlos sin confundirlos, respetarlos sin descuidarlos, amarlos sin chiquiarlos; además, brindarles la oportunidad de expandir sus habilidades y sus conocimientos ofreciéndoles mejores oportunidades de desarrollo. No se trata de jelengues que nada les aportan, se trata de implementar políticas públicas para que tengan acceso a su propia realización: en lo personal, en lo profesional y en lo social”. Solo detenía su discurso para darle una mordida al caliente taco que saboreaba con singular alegría. Un puño de chochontes hace más ligera la salsa de conguitos que hasta lo hace bufar. “Cuando éramos jóvenes, los mayores nos ponían especial atención. Dejábamos de ser niños para adquirir mayor responsabilidad, nos decían que era la etapa en que la gente se forma o se descarrila, nos educaron con rigor. A veces hasta a varazos, pero nos formaron como hombres de bien, aprendimos a trabajar honradamente y a hacer producir la tierra, a respetarla y a cuidar de la familia. Eran otros tiempos. Los jóvenes de hoy han crecido con menos valores, los educó la tele, aprendieron nuevas costumbres, se desconectaron de la familia, necesitan sicólogos, se drogan, se marcan la piel, se aíslan, se trauman y se deshumanizan. Se les ha descuidado. Necesitan atención y apoyo. No solo son el futuro, son el presente, el aquí y  ahora, lo que hagan ahorita, los marcará de por vida. Por eso hay que atenderlos”. Echándose un trago de café con leche que llevan en una botella de vidrio, se levantó de su asiento para encender un ‘delicado’ sin filtro para hacer digestión. “El que vaya a querer ir conmigo a Teocelo el 15, me dice. Hay que ir a visitar a la Virgen de la Asunción, se pone bueno el mitote; de paso visitar a mi compadre Xilotl que siempre nos recibe contento y generoso. No le falta un buen ‘burro’ pa’ bajar el mole y los chiles rellenos. Cada año recorremos los Arcos que son una verdadera obra de arte. Es la ofrenda floral que le pueblo le ofrece a su santa patrona. Se conservan las tradiciones que son un verdadero sincretismo de fiesta pagana y religiosa. Así que se preparan y vamos a ver si todavía alcanzamos unos chininis que son una delicia y el símbolo que distingue a mis paisanos”…

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