lunes, 7 de septiembre de 2020

Editorial

 Hace ya muchos años que los informes presidenciales dejaron de ser una celebración triunfalista. Antes eran llamados: “el día del presidente”. Hoy simplemente son el cumplimiento del trámite al que obliga la Constitución y, en el caso del mensaje emitido el pasado 1 de septiembre por el primer mandatario, fue como una mañanera. No hubo cobertura nacional, por lo que el mensaje no fue para todos los mexicanos. Por su parte la Secretaría de Gobernación entregó el informe escrito al Congreso.


Quizá el tema a rescatar del segundo informe del presidente Andrés Manuel López Obrador, es la aceptación de que nos encontramos ante una crisis económica y sanitaria, de la cual, en palabras del presidente, estamos próximos a salir gracias a los apoyos económicos a adultos mayores, estudiantes y niños, sumado a las remesas que se envían desde Estados Unidos y a la buena relación con empresarios.


En lo referente a la crisis económica, de nueva cuenta existe una desconexión entre lo dicho por López Obrador y lo que su grupo de trabajo dice, ya que hace algunos días, el Secretario de Hacienda, Arturo Herrera, mencionó que el 2021 será el año más difícil para el país desde 1932, lo cual no está en concordancia con lo expuesto por Andrés Manuel en su informe de Gobierno.


El presidente tenía, por los efectos de la pandemia en la economía y en el estado de ánimo nacional, poco margen de maniobra para festinar logros o enviar mensajes de advertencia social o de admoniciones político-electorales.


Repetir los puntos centrales del mensaje resulta importante para eliminar la sospecha de que la 4T está en una crisis de credibilidad y por ello se han disparado “distractores” como las “denuncias” de Emilio Lozoya o la consulta para que el pueblo decida si se enjuicia a los ex­presidentes Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. 


Lo importante del mensaje de AMLO está en las previsiones que, por primera vez lejos del triunfalismo que tan hábilmente maneja para convertir en el discurso las derrotas en victorias, se tomarán sobre todo en la economía, que se ve ante un panorama desastroso, y la inseguridad que no termina por ceder a pesar de la pandemia. No habría que esperar más en una narrativa de hechos de gobierno en tiempos en que TODO está marcado por los efectos de la pandemia.


Al presidente le quedan como grandes retos la recuperación económica y la conducción política honesta del próximo proceso electoral.


Desgraciadamente el principal impedimento que tiene AMLO para sacar adelante esos retos es que parece tener a muchos enemigos dentro de la casa.




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