lunes, 7 de septiembre de 2020

FILOSOFÍA CLÁSICA

 Diógenes el cínico



Famoso es el relato de la Antigua Grecia acerca de Diógenes, el cual, a plena luz del día con una lámpara encendida “buscaba a un hombre honesto”.


Diógenes de Sínope también conocido como Diógenes el Cínico, nació en Sínope  en el año 413 a.C., y murió en Corinto en el año 323 a. C., fue un filósofo griego que llegó a vivir a Atenas tras ser desterrado por falsificar monedas junto con su padre. En esta nueva polis, Diógenes conoce a Antístenes, fundador de la escuela cínica, y se convierte en su discípulo. Se hizo muy popular gracias a sus extravagancias y a su independencia ante las instituciones y ante los poderosos. 


La doctrina de Diógenes consistía en deshacerse de todo los superfluo para poder alcanzar la felicidad, despreciando las costumbres sociales y la civilización, por considerarlas el origen de muchos de los distractores que alejan a las personas de alcanzar la virtud. Se dice que comía junto con los perros callejeros, hacía todas sus necesidades en público y buscó deshacerse de todas las posesiones materiales que no cumplieran una función estrictamente necesaria. Así, vivía en un barril y no tenía otra cosa más que un manto para cubrirse, una lámpara para iluminarse y un bastón que necesitaba para caminar.


Su vida encarnó en forma extrema un tipo de ascetismo racionalista y utilitario, que se manifestaba, por una parte, en la reducción de la vida a su estado natural, y por otra, en la exhibición ostentosa de este estado natural. Por esto, y particularmente por su lema “hacerlo todo en público”, recibió el apelativo de küón, (perro). 


Su desprecio hacia las instituciones queda bien patente en la respuesta que dio a Alejandro Magno cuando éste, atraído por su fama de hombre sabio, fue a visitarlo y le rogó que le pidiese lo que quisiera. Cuentan que Diógenes se limitó a responder: “Apártate a un lado, que me estás tapando el sol”.


Se dice que Diógenes traía siempre su lámpara encendida (incluso durante el día) y cuando caminaba por la ciudad y alguien le preguntaba: “¿Qué haces Diógenes?”, él respondía: “Buscando un hombre honesto”. 

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