¿Qué tan libre eres tú?
Asentemos una premisa fundamental, eje de donde parte todo este análisis que nos ocupa: el libre albedrío. Esta característica humana es una facultad que se expresa en la voluntad de elegir. Fundamento de la teoría del pecado y su contrario, la promisión y la gracia.
Incluso es tan destacado y crucial, que pone al ser humano en una dimensión distinta, superior, a la de los ángeles, que son enviados, mensajeros, cuya existencia es su propósito. Bueno, entonces ya entendimos que los hombres y las mujeres podemos tomar las elecciones que definen nuestras conductas. Esto nos hace libres.
- ¡Jipi, Japa! - como gritan en Jalapa. Pero, ¡Oh!, cruel destino. El primer determinismo que viene a condicionar de una forma u otra el libre albedrío es, el pecado original. La desobediencia de los primeros padres contamina su descendencia.
Bueno, entonces el libre albedrío ya tiene un sesgo, la concupiscencia heredada genéticamente. Entonces deberemos esforzarnos, a partir de una educación moral, para elegir sin la inclinación al mal. Supongamos que lo logramos. Entramos luego a la adolescencia, nos hacemos adultos, ancianos y nos morimos.
¿Hemos sido libres en el decurso? Marx nos dice que no. Que lo que suponemos ‘nuestras ideas’ (nuestra forma de entender al mundo) provienen de una súper estructura ideológica que se genera a partir de las relaciones de producción. Y se trasmite a través del sistema educativo y los medios de comunicación masiva, según el modo de producción de una sociedad determinada. Esta forma de conceptuar la situación histórica, evoluciona en la filosofía moderna como ‘esfera cultural’ o ‘Zeitgeist’, que es el conjunto de ideas de una sociedad en una época determinada; la cual, condiciona las conductas de la gente.
¡Válgame Dios! Pero, me resisto, todavía en este escenario puedo tomar conciencia y adueñarme de mi destino, aún dentro de la lucha de clases. Ya casi nos recuperamos de los deméritos que ha sufrido nuestro libre albedrío y llega Freud y ¡Toma tu tomate!
¿Libre? Ni de chiripa, tu conducta la define tu libido. ¿Cómo? Sí, todo tiene que ver con el sexo, las figuras materna y paterna, las fijaciones orales o anales durante la más tierna infancia. Esas condicionantes definirán tu conducta futura. Lo hacen porque marcan perfiles que conllevan una manera de actuar que se desprende de esas condicionantes sexuales.
¡Santo cielo! Aguantemos el golpe bajo. Sabiendo esto, podemos irnos a la India y tomar cursos tántricos o meternos a un monasterio en Sevilla y azotarnos las espaldas. O jugar al Godínez.
Minimizado, sí, bastante, pero creo que aún el libre albedrío no ha sido derrotado.
¿O sí?
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