lunes, 5 de octubre de 2020

Cuarto Acto Por: Alejandro García Rueda


¡Hey, millenial! ¡Te toca! 



Si como yo, naciste entre 1982 y 1999 déjame decirte que tienes una prensa muy mala. Para muchos críticos y analistas eres parte de una “generación perdida”, te van a acusar de frívolo, egoísta, superficial y como estocada final, te van a reprender por tu falta de compromiso social o te van a reprochar el no tener un vínculo real con la historia de tu localidad, de tu estado y/o de tu país. 

Si lo piensas, ya tienes un sello distintivo y tú sabrás qué hacer con él. No se trata de darte un sermón pero date cuenta de que eres capaz de modificar valores y estructuras morales; en buena parte del mundo tu generación ha resuelto el no responder a cánones sociales tradicionales y acercarse a la política de forma distinta. 

Sí, ya te hicieron un retrato hablado. En él pareces ser un creído, mimado y malcriado pero tienes una oportunidad de oro porque ya llegaste a jugar en primera; hoy no vas a la banca, hoy juegas como titular. 

¡Te toca jugar millenial, hazlo como los grandes! Ocúpate de los problemas que atravesamos hoy, sigue aportando porque eres parte de una generación políticamente independiente. Si no te gusta la política formal por considerarla contractual, burocrática o exigente ¿qué crees? Está en ti cambiarla. 

¿Eres militante de un partido político? Da motivos para ser tomado en cuenta, mantén una perspectiva propositiva, participa y materializa aquello que buscas. Ahora bien, ¿eres líder de un comité directivo o aspiras a contender por un cargo de elección popular? Sé abierto, escucha, confía y no impongas; por lo contrario, dale tiempo para decidir. Comprende que la de los millenials es la generación que para 2025 puede estar cercana al 75% por ciento de la población y hoy, quizá más que nunca, cuentan con la capacidad de influir. 

Vienen las elecciones intermedias y poco a poco se van a ir conformando equipos de campaña, en más de una trinchera comenzará a pensarse en costos de operación; a los escritorios llegarán diversos planes de medios y tanto dentro como fuera del ojo público los inversionistas tocarán la puerta. 

A sabiendas de que probablemente será polémico este comentario –pero que no dejará de ser verdad– la realidad es que (por lo menos en las principales fuerzas políticas) si hay un detalle que, por ahora, no debería ser motivo de preocupación: es el dinero; pero, ¿Por qué y qué relación tiene con los jóvenes? Con gusto lo explico. 

Piensa en una persona que goce de reconocimiento por sus logros, ponle el nombre que quieras e imagina que en su círculo más cercano lo acompaña gente cuya edad es cercana a los 60 años, que cuenta con un tipo de formación adecuado a su tiempo y funciona bien como simpatizante. Hasta ahí todo bien, ¿cierto? El problema vendrá cuando se pongan la “casaca” de asesores o consultores y minimicen el tomar en cuenta a los jóvenes por considerarlo tan innecesario como irrelevante. En este momento es importante no cometer la locura de no escucharles. 

Hay ideas que vienen de una historia que ya no encaja actualmente. Algunas personas se aferran a una receta con más de 40 años de antigüedad porque es lo que conocen y con ello, se niegan la oportunidad de crecer. Imagina que esta persona con cierto prestigio decide hacer caso a esas voces y prepondera otro tipo de objetivos. Es claro que el candidato difícilmente va a ganar. 

Esta generación sabe que detrás de cada contenido hay una estrategia, no es ilusa pero tampoco pasiva y está aportando ideas, habilidades, aptitudes y experiencia porque siempre están en constante formación. Llegó el momento de tenerle cerca porque implica cercanía entre los nuevos votantes y los votantes con más años. Estamos hablando de un puente entre el político y la familia. 

Básicamente todo se resume a escuchar, entender y cambiar de comportamiento. Quien logre entenderlo llevará un paso adelante porque tendrá el respaldo de una banda de leales seguidores. Valdría la pena arriesgarse a hacer una especie de reprogramación y, aunque cueste, pasar la estafeta con un mensaje contundente: ¡Hey, millenial! ¡Te toca!}



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