Hace pocos días tuve el privilegio de platicar, por separado, con dos personajes que se distinguen, entre otras cosas, por tener un amplio conocimiento de la administración pública municipal. Uno oriundo de Perote con una reconocida y basta carrera política; otro que sin ser coatepecano de origen, ha participado como edil y funcionario en administraciones municipales panistas. Ambos pulcros en el manejo del leguaje, su charla es didáctica y tienen la claridad que solo puede provenir del dominio sobre los tremas que se abordan y de una experiencia enriquecida por la academia y el ejercicio de la función en el terreno de los hechos. Coincidentes en el reconocimiento de que la administración municipal no admite distancias para con el ciudadano, por lo que las puertas cerradas no debieran de existir, e implican un contrasentido y representan la sinrazón. Saben que pese a los limitados presupuestos es la instancia de gobierno desde la cual se puede cambiar o facilitar la vida del ciudadano de a pie.
En estos diálogos, la memoria se recupera y la conciencia revive en un principio por demás fundamental: gobernar con y para los ciudadanos. Esta es la base para lograr una gestión exitosa. Si los ciudadanos no se interesan, no se involucran y no participan en la problemática del municipio, todo se torna más difícil. Aquí es muy importante tener la humildad de reconocer que cuando la ciudadanía se muestra apática es porque no tiene confianza en sus autoridades y siendo que la confianza no se obtiene por decreto ni es una concesión graciosa, hay que construirla, hay que ganarla y conservarla, luego la primera tarea consiste en generar ese clima de confianza en relación con la sociedad. No es fácil, pero tampoco imposible y ningún esfuerzo resultará inútil.
Dos acciones resultan indispensables para generar confianza: socializar los problemas y transparentar el manejo de los recursos públicos. Se requiere que a través de un ejercicio de comunicación cotidiana, la gente conozca la variedad y dimensión de los problemas, que los haga suyos y se sienta parte de la solución, que sepa cuánto cuestan y de qué recursos se dispone para su atención; que se sepa por ejemplo, cuánto cuesta el servicio de limpia pública, cuánto se factura anualmente por concepto de alumbrado público, cuánto se invierte en luminarias, cuánto cuesta la nómina de los ediles, del personal de confianza y sindicalizado, etc. Pero que también, a la par, se tome conocimiento de la composición de la Hacienda pública mostrando desglosados cada uno de los rubros y desde luego, que se sepa cómo y en qué se gasta.
La ciudadanía espera que el ejercicio del gasto se realice bajo criterios de eficiencia y pertinencia, que cada peso gastado responda a un propósito determinado y que cada acción encuadre en un programa elaborado confirme a la lógica de una planeación estratégica
El primer norte
Estaba pronosticado para el martes o miércoles y llegó puntual, el primer norte de la temporada. En la madrugada me despierta con sobresalto un trueno que cae en seco, luego otro y después todo queda quieto. Bocanadas de aire fresco se cuelan por las rendijas, soñoliento jalo la cobija y me acomodo con desparpajo, la lluvia se suelta y cambia el programa del día. El labriego descansa. Ya para el medio día, el viento impetuoso deja sentir con fuerza su presencia. La noche que sigue es serena, quieta, diferente. Como llegó se fue. Cosas de la naturaleza, prodigio divino.
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