Esta costumbre oral, que se remonta a tiempos antiguos, atribuye y calcula el tiempo que hará a lo largo de 12 meses, a partir de los primeros días del año. Cada día del mes representa un mes, primero de ida y luego de vuelta, luego de medio días. Costumbres casi extintas, pero que vale la pena recordar.
Los campesinos solían valerse del método de las cabañuelas mediante el cual estudiaban los cambios climáticos durante los primeros días de enero con el objetivo de conocer el pronóstico del tiempo de los 12 meses del año. Con este método, si el día número 10 del año resultaba ser frío, entonces el mes 10 del año, es decir, octubre, tendría esas condiciones climáticas.
Es así que los agricultores sabían en qué mes debían planear actividades como la siembra, ya que este estudio empírico les permitía predecir meses de lluvias y sequías, con lo que podían obtener mejores cosechas.
Para ello, se debe llevar una bitácora del clima de cada uno de los primeros 12 días de enero en donde se anoten aspectos meteorológicos como las características del cielo, la temperatura y el viento. Posteriormente, es necesario relacionar el día con el mes correspondiente.
En el método completo de las cabañuelas, cuando se llega al día 13 se vuelven a contar los meses, pero de manera regresiva. Así, el día 13 corresponde a diciembre, el 14 a noviembre y así sucesivamente hasta llegar al día 24, que corresponde a enero. A partir de ahí, los seis días que siguen cuentan por dos meses: el 25 corresponde a enero-febrero, el 26 a marzo-abril, el 27 a mayo-junio, el 28 a julio-agosto, el 29 a septiembre-octubre y el 30 a noviembre-diciembre.
Finalmente, el día 31 se va contando por cada dos horas: de las 12 a las 2 de la mañana es enero, de las 2 a las 4 de la mañana es febrero, y así sucesivamente hasta cumplir las 24 horas.
¿Interesante no?
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