lunes, 22 de marzo de 2021

Cavilaciones del Dr. Caturra

 El enojo irracional



Últimamente y dado que mi cuerpo de modo inevitable envejece volviéndose torpe, he roto muchas tazas, creo que para un buen café hay que contar con una buena taza. Cada vez que una se rompe jamás vuelve a ser la misma, así la repares con la mayor precisión posible, del mismo modo se fragmentan las relaciones entre familiares por el martillo miserable del disgusto.


Por qué los integrantes de una familia pelean, podría ser por dinero, posesiones, ideologías, los cariños de los padres acaso, aceptación, lucha de voluntades, todos los temas anteriores no son para mi entender razones, sino pobres pretextos. Lo que verdaderamente debiera mandar por encima de esas trivialidades es el amor.


Por supuesto que el enojo es un mecanismo de defensa, nos ayuda a hacer patente lo que nos molesta de las conductas de los demás, nos ayuda a poner límites y a establecer relaciones de respeto pidiendo acatar nuestros derechos al defenderlos, sin embargo, hay enojo justificado y enojo irracional, aunque no existe claramente un criterio tajante que nos lleve a diferenciar uno del otro, sin embargo, podemos concluir que el enfado que provoque efectos dañinos entre las víctimas de esta terrible emoción, para nada es sano.


Obviamente todos los actos criminales, obscenos y que dañen la integridad de los nuestros se antojan imperdonables, creo que debemos ser capaces de superar casi cualquier motivo de enojo, no es sano cargar por mucho tiempo con enfado, las almas elevadas no se enemistan, sólo se mueven con cautela, pues han abandonado el enojo por el enojo mismo.


Hay gente adicta al desencuentro, disfrutan hacer enojar a los demás, les causa placer ejecutar un plan para desestabilizar la calma de quienes les rodean, se escudan bajo el estandarte de que sólo pierde la calma quien es débil, lo cierto es que una persona sana busca de los suyos cariño, comprensión, apoyo y respeto, es obvio y hasta sano estar intranquilo ante los embates de quienes detestan vivir en paz, ellos son los verdaderos agentes tóxicos.


Entre la amplia gama de enojos, el que en ocasiones se antoja como el más irracional de todos, es el que ocurre entre hermanos, esos alejamientos que mantienen por años a familias sin intercambiar palabras, experimentar momentos o para el futuro fabricar bellos recuerdos juntos, ese cruel ejercicio daña a todos, no beneficia a nadie, creo que usted estará mucho mejor si suelta esa irritación, escozor o resentimiento,  acepte a su hermano tal como es de terco, necio u obcecado. 


¿Vale la pena invertirle tanta energía, tanto tiempo y espacio al enfado entre hermanos ante un desacuerdo?


Definitiva y categóricamente sé que no lo vale, créalo usted también, no espere a que corra el tiempo y que el cariño de esa familia se entierre en el polvo y las marañas del desencuentro, para que un día un hijo o un nieto, pregunte a qué se debía tanta animosidad y la respuesta sea un contundente, no sé, no recuerdo, nadie sabe decir qué pasó en aquella fatídica fecha.



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