EL RESENTIMIENTO
Me voy a referir a un asunto entre personas que enfrentan conflictos, los cuales, pueden ser ‘del momento’, entendiéndolo como de una sola vez o en un corto plazo, una riña es un buen ejemplo; con una continuidad que conlleva abuso o explotación por un periodo determinado, la trata de blancas encaja en el daño que causa este conflicto. Otros se prolongan durante mucho tiempo, como la lucha de clases, vigente en regiones donde las diferencias socioeconómicas contrastan de manera severa.
En México, comentaba en mi entrega titulada ‘Movilidad Social’, ésta es muy baja. En el país la clase media ha tardado 80 años en formarse y no representa ni el 30% de la población. Sin embargo, consume más del 50% de los bienes y servicios.
La ilusión de que la lucha de clases no existe, evita todo cuestionamiento a la dominación de quienes tienen dinero sobre quienes no lo tienen. Deriva de este complejo proceso, la corrupción como un modo de vida. Políticos arribistas roban descaradamente, los civiles se dañan y se engañan unos a otros: fraudes, falsificaciones, robos, asaltos, adulterios, violencia intrafamiliar, homicidios, feminicidios, prostitución y vicios, trata de personas, narcotráfico, secuestro, extracción forzada y tráfico de órganos. En este amplio contexto, la evasión de impuestos resulta un acto ‘inteligente’ de listillos.
Una sociedad corrupta, es lo que somos. La impunidad de los crímenes que se cometen, la caracteriza. En este tipo de sociedades, corrompidas hasta los huesos, florece el crimen, el abuso de autoridad, el latrocinio gubernamental, las estafas civiles, etcétera. No es mi intención citar el código penal; el narcomenudeo y el comercio informal son indicadores de un sistema económico que no ofrece suficientes oportunidades y abre túneles para la ilegalidad.
Sabemos que hay personas honestas, capaces, responsables, con buenas intenciones y buenas obras. Gracias a ellas suceden cosas que solucionan problemas colectivos y ayudan a los demás. Estas personas y los fundamentos éticos y jurídicos que han sido establecidos como leyes, reglamentos o usos y costumbres, permiten que los países, pueblos y comunidades, progresen en el sentido que se ha denominado economía del bienestar, diseñada para los países en vías de desarrollo, con el objetivo de elevar los niveles de bienestar social de la población a través de políticas públicas, las que implican gasto gubernamental que no alcanza a satisfacer las necesidades reales, para lo cual los gobiernos se van endeudando y con ello van cavando una fosa de la que no saldrán jamás.
Así las cosas, mientras unos se enriquecen, otros empobrecen y otros navegan en la medianidad, se configura un panorama de ganadores y perdedores. Los ganadores, los ricos y los delincuentes exitosos que gozan de impunidad, incluyendo a gobernantes criminales, se jactan. Y los perdedores, que son los más, van canalizando su frustración y desánimo en resentimiento.
Entonces la lucha de clases, sin la conciencia proletaria, se traduce en un poderoso resentimiento. Este sentimiento profundo, presenta una reacción de envidia, en primer lugar, acompañada de admiración a quienes los perdedores consideran ganadores. En segundo lugar, hay un desprecio entre pares, derivado de la admiración aspiracional que genera la envidia. En tercer lugar, la frustración crece en el sub consiente como resentimiento.
Al cabo, la masa de resentidos crece tanto que se puede convertir en carne de cañón para políticos oportunistas. Son una ‘reserva de votantes’ para los populistas, politiqueros infames, quienes alimentan su resentimiento y lo canalizan en odio.
Este proceso es grave y puede derivar inicialmente en anomia (irrespeto total a las leyes o reglamentos), más tarde en alienación (pérdida la propia identidad e incapacidad de pensar por sí mismo) y, dependiendo por quienes sean arrastrados los alienados, el conflicto social puede exacerbarse en una guerra civil y, consiguientemente, en una intervención extranjera, concretamente de los EE.UU., policías del mundo. Todo esto en un contexto previo, en el cual, las fuerzas armadas podrán asumir una posición represora o golpista. A según.
Tu texto me hizo recordar de alguna manera a El laberinto de la Soledad y por otro a la Rebelión de las Masas, donde los esquemas nefastos no dejan de ser cíclicos, te mando un abrazo mi estimadísimo amigo
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