Atrás quedaron los festivales de primavera y los lucidos actos cívicos para conmemorar el natalicio de Benito Juárez. La pandemia ha cambiado muchas cosas. Este domingo 21 de marzo estaremos conmemorando el 215 aniversario del natalicio del gran patricio, Benemérito de las Américas, cuyo ideario sigue vigente.
De Benito Juárez hay mucho qué destacar: la del joven egresado de Derecho que llegó a ser presidente de la Suprema Corte de la Nación; la del profesionista, profesor de Derecho que se convertiría en hacedor de leyes como Diputado Local y Federal. Y claro, la del estadista, que supo salvaguardar a la República en momentos donde otros apostaban por ver a México bajo el yugo de un imperio.
Hoy, el legado de Juárez está más vigente que nunca, por lo que debemos seguir honrando su memoria, pero sobre todo, practicando en los hechos su pensamiento y su acción. En el Siglo XXI, seguir la doctrina juarista es vivir con apego a los principios que enarboló; es defender la Ley y proteger a nuestras instituciones; es fortalecer nuestro régimen Federal, Republicano y Democrático; es respetar la libertad de expresión y ser tolerante con quienes piensan distinto a nosotros; es velar por el avance de la educación de nuestros niños y jóvenes.
Juárez fue uno de los grandes artífices del México moderno, nos legó los pilares políticos del México actual: institucionalidad, legalidad, libertades fundamentales, división de poderes y federalismo. Hay que destacar su invariable compromiso con el fortalecimiento del Estado de Derecho y con la defensa de las instituciones. Como servidor público, la Ley fue su espada y su escudo. Jamás condicionó la aplicación de la Ley, luchó siempre por el respeto a la Constitución y por la consolidación de nuestro sistema democrático.
Juárez también trabajó por la construcción de un México de derechos y libertades. Fue admirable su confianza en la educación como el medio social más justo para ampliar las oportunidades de superación de todos los mexicanos. Por eso afirmaba que la instrucción es la primera base de la prosperidad de un pueblo, a la vez que el medio más seguro para hacer imposibles los abusos del poder.
Sentó las bases del federalismo, de la separación de poderes y la creación de instituciones al servicio de la Nación. Con la Constitución de 1857 se consagraron principios fundamentales como la libertad de pensamiento, de expresión, de asociación y de enseñanza. Se garantizaron la igualdad y la legalidad.
La herencia juarista descansa en el federalismo, esa arquitectura institucional que compagina reconocimiento y respeto a la diversidad, en un marco jurídico dado. Una Nación conformada por múltiples regiones, en la que resalta la mezcla de matices, identidad propia y colaboración entre las partes, a partir de las diferencias.
Si las acciones definen a los hombres, Juárez fue uno de aquellos que supo responder con luz a la oscuridad de su tiempo.
En este 2021, el pensamiento juarista recobra vigencia, por el atentado que observamos a las instituciones y al estado de derecho.
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