martes, 7 de noviembre de 2017

DESDELA FINCA


Tradiciones y contradicciones.- Una vez que pasaron las fiestas de los muertos, los jornaleros regresan al cafetal satisfechos con el deber cumplido con sus familiares difuntos. Cumplieron con la ofrenda, con la visita al panteón, con los tamales y con el recuerdo cariñoso para aquellos que ya se fueron pero que les enseñaron el amor por el campo, por la finca y por el cafetal. Sus ancestros que entendieron y enseñaron que el amor por la tierra es el amor por la vida.
Ahora los cortadores disfrutan llegar al cafetal que está cargado de frutos encendidos, esos granos de café que los proveerán de sustento y les ayudará a pagar los pendientes, porque algunos se endrogaron para tener la carne y la manteca para los tamales. Las flores también estuvieron más caras. Pero bueno, lo importante es seguir la tradición. Ya ataviados con los arreos propios del jornal: sombrero, moruna, tenate y lona; se esmeran en recolectar el grano que le ha dado fama a la región en el mundo entero. Con manos ágiles acarician las ramas cortando solo los granos rojos vertiéndolos cuidadosamente al tenate que se va llenando de ilusión. Una vez lleno se vierte en la lona que al final de la jornada será pesado en una “romana” lo que significará el producto del trabajo del día. Con buena cosecha, el promedio es recolectar cien kilos por jornada. Eso representa un buen ingreso. Depende del precio que estén pagando en la compra. Actualmente están pagando el corte a 3 pesos. Y el kilo de cereza para el productor está a 6 o 6.50 pesos por kilo, pero se espera que repunte. Es la esperanza de cada año. Ya en la platicada amena que hace más placentero “el corte”, una de las mujeres cortadoras hace el comentario que una vez que pasa Todos Santos, el año llega a su recta final. “Tuvimos un septiembre muy duro, con ciclones y temblores. Ya octubre estuvo más tranquilo y noviembre pinta mejor, para dar paso al último mes del año”. El viejo cortador curtido por muchos otoños y testigo de un sinnúmero de lunas llenas, con la parsimonia característica de filósofo empírico, comenta: “Aun en el campo vivimos distintas realidades. No cabe duda que la televisión influye en nuestra vida y solo nos informa lo que el gobierno quiere que sepamos. En septiembre que, efectivamente, tuvimos huracanes y temblores, nos bombardearon con escenas desgarradoras de daños y muertos, de damnificados y de ayuda que fluía a las zonas afectadas. Con amarillismo nos mostraron los derrumbes de casas y edificios y hasta los rescates de sobrevivientes. Hubo gente que se quedó en la calle. Hay quienes perdieron todo. Pero ahora, ¿A poco creen que ya todo está solucionado y reparado? No. Hay mucha gente todavía en las calles y con necesidades apremiantes. Lo que pasa que las televisoras se han quedado calladas. Hay gente en hospitales, en albergues, sin casa, sin trabajo y sin comida. Solo los que hacen presencia directa, constatan estos hechos. Por eso no debemos creer todo lo que nos dicen. Ya ven Veracruz, muertos, ejecutados y desaparecidos diariamente y el gobernador señala a los medios de comunicación porque dice que nomás publican lo negativo. P’us que diga qué de bueno van a publicar, si no hay nada de que presumir. Puros muertos y sin obras, sin dinero y muchos despidos y una inseguridad imparable.  Entonces debemos ser cuidadosos con lo que creemos, porque no siempre las cosas son como parecen”

No hay comentarios.:

Publicar un comentario