domingo, 27 de mayo de 2018

Cerca del Cielo Por: José Ramón Flores Viveros


“No ha habido hombre de genio extraordinario 
sin mezcla de locura”
                                       Seneca

El famoso luchador ‘El Hijo del Santo’, relata la transformación mágica que se opera en él cuándo se enfunda todo el equipo plateado. Pero sobre todo cuando se pone la máscara plateada. “Hasta antes, cuando llego a la arena, me siento  el más común y corriente de los humanos, pero cuando me enfundo la capucha que hiciera legendaria mi padre, ocurre algo difícil de explicar, ya no soy el mismo, me siento capaz de hacer cualquier cosa en el ring. Soy ya el responsable de una leyenda”. 


Y esto ocurre en casi todos los deportes, el simple hecho de ponerse un equipo deportivo. Nos cambia la actitud, antes de la competencia. En el futbol, lucir los botines, limpios y boleados, al igual que todo la indumentaria. El entrenamiento es una clara obligación, pero la actitud cuando se luce impecable es otra al competir. Yo recuerdo, que antes de salir a la montaña muy de madrugada, conforme se pone uno el traje para el frio, las botas, los crampones cuando se llega al glaciar, el piolet, la chamara, los lentes, todo esto hace que al comenzar a subir la montaña, el ascenso se convierte en una ceremonia de lucha de fuerza y competencia contra una creación mágica de Dios: las montañas. El equipo se debe de portar con mucho respeto. Me encantaba ver en los glaciares, el ascenso lento y penoso de un alpinista portando elegante, espectacular y colorido equipo. Es todo un espectáculo, el desarrollo de una competencia, entre el hombre que desea posarse donde su vista alcanza a ver, entre las nubes. Envuelto entre las peores condiciones que la naturaleza impone.

Recuerdo también que la primera vez que subí el Pico, mi equipo era de verdadera risa, unas botas mineras amarillas, pantalón de mezclilla, unos guantes de dos piezas, una donde entraba el dedo gordo y la otra parte donde entraban los cuatro dedos restantes. Estos malditos guantes, se convirtieron en toda una pesadilla, para cualquier maniobra por sencilla que fuera, había que safarseselos, y aquella madrugada de un frio espeluznante, los dedos al quedar sin protección, de inmediato  se ponían rígidos. En los pies, con calcetas para futbol, el asunto era otra pesadilla aparte. Conservo una foto de aquel ascenso por la cara sur, una foto para la risa, ya lo comenté alguna vez, estamos con unos alpinistas, no puedo olvidar que uno de ellos a falta de crampones, usaba tacos de futbol; de mi grupo, Francisco, su piolet, era un palo de escoba, la piocha o lo que hacia esta función, era sostenido con un alambre. Dicen que el hábito no hace al Monge, pero competir con un buen equipo, hace una gran diferencia. En esa fotografía más que alpinistas, parecíamos un grupo de rufianes.

Como te ven tratan dice otro conocido dicho popular, y en el deporte como en muchas actividades del quehacer humano, hay que tratar de lucir impecable, ayuda mucho a tener una mejor competencia. Además de que, no es lo mismo escalar con unas botas viejas, con tacos a falta de crampones y con un palo de escoba como piolet o bastón. De nada serviría una gran preparación física, si no se tiene un buen equipo. Un buen equipo es importante para sentir la magia para disfrutar y actuar con una mentalidad diferente en el deporte. CercadelCielo15años.

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