El origen de la rosca de reyes es muy antiguo. Los datos más precisos lo sitúan en el siglo IV cuando el cristianismo comenzó a afianzar su lugar al interior del Imperio Romano; en ese entonces, se acostumbraba ocultar un haba común y corriente al interior de un pan por simple diversión durante la Saturnalia (que más tarde sería sustituida por la Navidad), fiesta dedicada a Saturno que coincidía con el solsticio de invierno. Cuando la Navidad comenzó a celebrarse, la búsqueda del haba al interior del pan comenzó a realizarse el 6 de enero, día en que los cristianos del Imperio Romano de Occidente celebraban La Epifanía (el encuentro de los Reyes Magos con el niño Jesús).
Más tarde, en la Europa Medieval del siglo XIV (más precisamente en Francia), a ésta tradición se agregó que al encontrarse el haba por alguno de los comensales, le era otorgada una suerte de “trato especial”, como si fuera el rey de la mesa. Algunas fuentes señalan que inclusive desde tiempos más remotos, los primeros cristianos en lo que hoy es Palestina e Israel tenían una costumbre muy similar, y que fueron éstos quienes la llevaron a Europa, de donde a su vez se extendió al continente americano. Poco tiempo después, el haba fue sustituida por un muñeco de porcelana que actualmente está hecho de plástico.
La forma ovalada (o, menos frecuentemente, circular) de la rosca de reyes, tiene un significado muy amplio, pero en resumidas cuentas parte del pasaje bíblico que narra la visita de los Reyes Magos al pesebre donde nació el niño Jesús, lo que en el catolicismo se conoce como “La Epifanía”: por una parte, evoca la corona de los magos de Oriente y, por otra, la forma de la rosca de reyes simboliza el amor de Dios y hacia Dios, que es infinito y no conoce principio ni fin.
El lado divertido de la rosca de reyes sin duda es la búsqueda del muñeco (que también pueden ser varios) escondido en algún lugar, esperando a ser encontrado en el pedazo del de a lado porque si no, ya te la sabes: ¡Te tocan los tamales! Pero esta curiosa tradición tiene un origen y un significado muy especial: simboliza la odisea que tuvo que pasar la familia de Jesús para ocultarse del Rey Herodes en el desierto, mientras los soldados del ambicioso monarca asesinaban a cientos de inocentes.
Por su parte, la costumbre de los tamales el 2 de febrero, se deriva de una fusión entre las tradiciones del México prehispánico y las traídas del Viejo Mundo: más o menos ajustado al Calendario Gregoriano, hacia principios del mes de febrero los antiguos mexicanos celebraban a Tláloc, deidad portadora de la lluvia, fecha en que además daba inicio la temporada agrícola (de hecho, en algunas comunidades indígenas todavía se llega con semillas a los templos para bendecirlas durante la fiesta de la Candelaria). Dado que el maíz era (y es) inmensamente sagrado para la cultura mexica, todo alimento preparado a base de él representaba la más alta de las ofrendas y, entre ellas, por supuesto no podían faltar los tamales.
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