lunes, 18 de mayo de 2020

Sabías que… Valente Salazar Díaz ¿Qué es la política?




Si nos preguntamos ¿Qué es la política? encontraremos que, en su acepción enciclopédica se puede definir como el “conjunto de acciones encaminadas a lograr el bien común” (del griego polis = ciudad), y se podría decir que ésta surge como actividad humana desde el momento mismo en que aparecen las primeras civilizaciones agrícolas con los conceptos de propiedad, familia, riqueza y Estado.

Así, a lo largo de la historia han surgido grandes hombres y mujeres que, enfrentando adversidades, han salvaguardado el bienestar social de sus sociedades; tal el caso de Marco Tulio Cicerón, cuya retórica y tenacidad libraron a Roma durante la República, de ser presa de la tiranía del ambicioso Catilina en el siglo I A.C. Aún hoy sus célebres ‘Catilinarias’ se toman como ejemplo de discurso retórico.

En la actualidad, sin embargo, la política se ve por la mayor parte de la gente como una actividad en desprestigio: necesaria, pero ajena a los intereses de la comunidad; sostenida por el pueblo, pero plegada a las ambiciones de los privilegiados. Una sociedad sin estructura política es simplemente inconcebible, sea cual sea la naturaleza de su sistema: monarquía, democracia o dictadura; pero junto con ella son frecuentemente acarreadas la corrupción, la impunidad y el nepotismo. Tenemos así que no es extraño escuchar expresiones tales como “…de todos modos todos roban” o “…la corrupción nunca se podrá acabar”.

Es innegable que al volverse las sociedades más complejas también su política se vuelve más complicada, y en los sistemas democráticos -donde varios actores desean gobernar- la lucha de intereses muchas veces acarrea la diatriba y el desprestigio del oponente, aun cuando éste sea inocente de dichas acusaciones. Por otro lado, no se puede tampoco olvidar que, como reza el viejo dicho, “Si el poder corrompe, el poder absoluto corrompe en forma absoluta”. Es triste ver que en pleno siglo XXI existan aún sistemas como el de Norcorea, donde las garantías individuales son simplemente aplastadas por un dirigente absoluto y déspota. Si bien esto no es, afortunadamente, la generalidad no podemos tampoco negar la existencia de tales realidades.

Surgida en la antigua Atenas la democracia ha sido en las más de las veces la opción que los pueblos han elegido para dirigir sus destinos; esto no significa que la democracia sea un sistema perfecto, y aún los estudios sobre calidad y nivel de vida colocan a monarquías como Brunei o los Emiratos Árabes en posiciones bastante favorecidas por sus pobladores. Sin embargo, el mundo del Hombre es diverso y por lo tanto sería difícil –si no infructuoso- pretender una uniformidad política internacional. Cada sistema político es el resultado del devenir histórico de sus pueblos y, por tanto, tiene características únicas que lo distinguen de los demás.

En la actualidad la humanidad toda enfrenta retos nunca antes vistos: sobrepoblación, agotamiento de los recursos naturales, cambio climático global y una posmodernidad que ha perdido muchos de los valores que orientaron a las generaciones pasadas. Hoy más que nunca, urge el desarrollo de políticas que nos permitan superar tales desafíos; y es necesario recordar que la política es un quehacer de todos, no un privilegio de algunos individuos o partidos. Expresada nuestra voluntad a través del voto debemos reflexionar sobre qué es aquello que más conviene a nuestro pueblo, evitando la indiferencia, la manipulación y el apasionamiento que llega a cegar el juicio del ciudadano.

Hagamos votos porque la humanidad encuentre el camino que la lleve al bienestar común, a una sana convivencia entre sus pueblos y a crear una Política de equidad y justicia para todos.

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