La Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud del Gobierno Federal, estima que de cada diez veracruzanos, siete están contagiados por el coronavirus. Si echamos mano al último censo de población elaborado por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), tenemos que hasta el 20 de septiembre del 2018, la entidad contaba con 8 millones 112 mil 505 habitantes.
Si tomamos la molestia de multiplicar la cantidad anterior por punto siete, arrojaría 5 millones 684 mil 353 contaminados, lo cual significa que más de los dos millones de la población restante, corren el riesgo de ser infectada por el Covid-19. El número inquieta si anexamos que durante los recientes siete meses, de marzo a septiembre, Veracruz ganó a pulso el tercer lugar nacional en fallecimientos provocados por el todopoderoso virus.
Si la llamada curva de transmisión crece en cuanto a contagios y defunciones en los siguientes 91 días (octubre, noviembre y diciembre del 2020, y enero, febrero, marzo y abril del 2021), el virus estaría en amplias condiciones de absorber a más de dos millones de bebés, niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos, radicados en los 212 municipios de Veracruz.
El panorama no es alarmante, se apoya en la saturación hospitalaria, escasez de personal especializado, el crítico desabasto de medicamentos y la falta de atención de los tres niveles de la administración pública federal, estatal y municipal.
La guerra institucional desatada en contra del Covid-19, solo existe en el discurso político, en la conferencia de prensa, en la deshonesta manipulación de datos, en la criminal oferta de esperanza a la población y en giras de trabajo más electoral que en la toma de medidas sanitarias urgentes.
La ligereza puede despertar inestabilidad del orden político y económico, con amplia repercusión social, en base a observaciones de las 25 cámaras, confederaciones, consejos, asociaciones y alianzas empresariales de Veracruz.
Reporte extraoficial de las delegaciones norte y sur del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), estima que en los recientes nueve meses han registrado la pérdida de más de 66 mil 567 empleos formales, mientras que las tres principales federaciones estatales obreras –Confederación de Trabajadores de México (CTM), Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), y Confederación Revolucionaria de Obreros de México (CROM)– calculan que el descenso de la jornada informal alcanza, en el mismo periodo, los 50 mil 678 desempleados.
La mayoría de los programas oficiales de apoyo social, todavía no llegan, pero existe la creencia de venir en camino.
Las marchas de protesta popular, bloqueos colectivos de calles, plantones en plazas públicas y otras expresiones de molestia social, han disminuido en los últimos días.
Sin embargo, el enojo verbal apunta al violento y puede romper el hervor en cualquier instante.
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