El próximo lunes es 12 de octubre, otro día polémico: fiesta para unos y de protestas para otros. El “Día de la Raza” o de la “Hispanidad”, recuerda la llegada de Cristóbal Colón, hace 528 años, al continente americano. Para muchas comunidades indígenas no hay nada que celebrar, ya que consideran la llegada de Colón como el inicio de varios siglos de discriminación, explotación y muerte, por parte de la minoría blanca europea. Para muchos, esta discriminación, iniciada hace más de cinco siglos, persiste y se manifiesta en toda América Latina.
La irrupción europea transatlántica tuvo una trascendencia tremenda. En pocos años se tuvo conocimiento de la dimensión del planeta, se posibilitaron nuevas rutas y el contacto con la diversidad humana; se potenció el comercio, la ciencia y la tecnología; y se generaron las bases del despegue capitalista y la Revolución Industrial, con el enorme y penoso costo de dos genocidios.
El descubrimiento de oro y plata en el “nuevo continente” desató un verdadero aluvión colonizador. Centenares de expediciones y millares de hombres fueron tras fabulosas fortunas. La ventaja para los europeos fue conocer la pólvora, la brújula, el papel y la imprenta. En los primeros 150 años de conquista, 17 mil toneladas de plata y unas 200 toneladas de oro arribaron a España y potenciaron el incipiente desarrollo comercial y manufacturero europeo, que abrieron las puertas de la Revolución Industrial y el desarrollo capitalista. Ese desarrollo económico sepultaría a la sociedad feudal y al absolutismo monárquico.
Un siglo después de la llegada de Colón, de los más de 70 millones de nativos americanos preexistentes, sólo quedaban tres millones y medio. Primero, fueron derrotados por la desproporción de recursos, la sorpresa y la confusión. Luego, fueron privados de su cultura y creencias, sometidos al trabajo esclavo y a las enfermedades importadas que no resistieron. La casi extinción de la población nativa generó el segundo genocidio. Para sustituir a los americanos, se propició la cacería de seres humanos, se arrancaron millones de africanos de su tierra ancestral y se comerció con ellos para utilizarlos como mano de obra esclava en socavones y plantaciones.
Medio milenio después, fue en vano el intento de ocultar el exterminio indígena y salió a la luz otra versión de la historia, atrás quedaron definiciones como el “Descubrimiento de América”, que pretendía ignorar la existencia de seres humanos que habían descubierto el continente miles de años antes. También quedó obsoleta la intención de mostrar como amistoso el “Encuentro de dos mundos”, cuando en realidad se trató del violento aplastamiento de los nativos por parte de los forasteros.
No se puede dejar de reconocer que la llegada europea a las costas americanas produjo un avance notable de la humanidad. Pero el progreso no puede ocultar la magnitud de la tragedia consumada. Sin duda, el descubrimiento de América fue un evento de importancia histórica para Occidente, tanto, que indica el fin del Medioevo y el inicio de la Edad Moderna. Las consecuencias son de enorme importancia, pues cambiaron la concepción que se tenía de la geografía del mundo hasta entonces.
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