Conozco personas adultas que aún tienen la dicha de tener a su madre viva y que sin embargo hace mucho que no la visitan. Tengo amigos ausentes quienes no han recibido una llamada mía para saber como están. Los tengo cerca y aún con eso, no han recibido una visita de cortesía sincera y desinteresada. Hay mucha gente en estado de vulnerabilidad cuyas penurias serían más ligeras tan solo con una poquita de nuestra atención. Hay muchas cosas que ver, admirar, aprender y compartir; hay tantos motivos para imaginar y soñar, hay tanto que reconocer y más por hacer.
Sin duda, bastará un momento de reflexión para justificar la desidia por una supuesta falta de tiempo y aun considerando lo endeble del alegato, permite inferir la importancia de un elemento vital: el tiempo. Y es que el tiempo es lo más valioso que cualquier persona puede poseer. La ironía, la paradoja, la contradicción y la burla se encuentran en la equidad con que el tiempo se otorga sin distingo de estatus, de posición social, de credo, ideología o raza, de edad o género; las veinticuatro horas del día cuentan igual para todos, eso es maravilloso. Seguramente usted recuerda un hermoso pasaje bíblico que poéticamente y en una lógica irrefutable, nos enseña que hay tiempo para todo, para reír y llorar, para trabajar y descansar, en un extenso etc.
Depende de cada quien el uso y aprovechamiento de algo tan volátil, tan veleidoso y cruel, porque nada perdona, como es el tiempo. Hay quienes lo agotan abandonados e inconscientes en los seductores brazos de Morfeo. Hay quienes lo ocupan en una actividad frenética y febril por acumular bienes que no siempre hacen falta y que inevitablemente, llegado el momento, se quedarán. Hay quienes lo van dejando atrás sin sentido, con resentimientos; los hay también que lo miran de frente con esperanza, consientes de lo ido sin remedio y agradeciendo el prodigio de despertar cada día, es hermoso; mientras haya un corazón que palpita y una mente que entienda las cosas con meridiana claridad, hay esperanza.
Disponemos del tiempo justo para todo, hoy es el momento cierto. Regale un poquito de tiempo a sus seres queridos, propicie la ocasión para estrechar la mano de un amigo, o cuando menos enviarle un mensaje, es fácil hacerlo. Si tiene que olvidar, olvide. Si tiene que perdonar, perdone. Si tiene que disculparse, hágalo. Lo que nunca debe hacerse es renunciar a vivir, a luchar, a soñar, a imaginar y ser felices. Con todas las tribulaciones que le resulten inherentes, la vida es bella, pero corta, se nos agota en cada momento y cada momento debe ser vivido con intensidad, como si fuera el último. Conviene no olvidar que la muerte no es otra cosa más que la ausencia total del tiempo.
Como anillo al dedo
Recién, para vergüenza ante el mundo, la señora titular de la Función Pública Federal, haciendo gala de insensibilidad, con una manifiesta y denigrante pretensión de congraciarse, repitió que la pandemia nos vino “como anillo al dedo”, por que según ella, ya no hay corrupción, lo que resulta por demás cuestionable.
Seria muy interesante conocer la opinión sobre tan lamentable afirmación, de las familias de los cien mil muertos, de los casi un millón de contagiados, de acuerdo a las cifras oficiales; pues en realidad los números en ambos casos son en mucho mayores, de los padres que ven extinguirse a sus hijos enfermos de cáncer por no contar con tratamiento requerido, de las miles y miles de empresas colapsadas por la falta de apoyo gubernamental y de los dos millones de compatriotas que han perdido su empleo. Y usted ¿qué opina?.
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