viernes, 23 de octubre de 2020

EDITORIAL

Sin duda existen muchas expectativas para el proceso electoral del 2021 en Veracruz, donde se renovarán el Congreso federal y el local, además de las presidencias municipales; por ello se esperaba con gran interés los resultados de las elecciones en los estados de Coahuila e Hidalgo.


Al conocerse dichos resultados, dejaron sorprendidos hasta a los más incrédulos, pues en realidad no se esperaban los números y consecuencias de dichos procesos. Hidalgo y Coahuila son entidades en las que no ha habido alternancia en el gobierno del estado; sí la ha habido en varios municipios y distritos, locales y federales. Son, además, asiento de fuertes grupos políticos priistas, los que se han repartido durante décadas el poder político. Además, en Coahuila el panismo tiene fuertes bastiones y ha estado a punto de ganar la gubernatura. 


En las elecciones del 2018, López Obrador apabulló a sus adversarios en las dos entidades y arrastró consigo a los candidatos a diputados y senadores de Morena. Dos años después, para quienes creían que el “arrastre” político de AMLO y los efectos “benéficos” de los programas de bienestar social podrían ser capitalizados por los candidatos de Morena, se han llevado un tremendo chasco. Por supuesto que políticamente sí son un fracaso de la denominada 4T, Morena y López Obrador.


El PRI arrasó en Coahuila, ganando en 16 distritos dejando a Morena en ceros con una votación del 49% del PRI por 19% de Morena. Esto es tema de una profunda reflexión, pues lleva a pensar que el rechazo al presidente López Obrador va más allá de las movilizaciones de FRENAA, o los excesos protagónicos de los panistas, y que pudiera explicarse en un porcentaje más alto de lo que reflejan las encuestas de ciudadanos que, molestos con el presidente, no identificados con partido alguno, votan por quien puede vencer al partido del presidente. Los programas sociales no dan votos en automático, cierto, pero si en la entrega de los beneficios hay un cúmulo de problemas, entonces sí aparecen, pero en sentido contrario.


Algo de eso explica, también, lo ocurrido en Hidalgo. El viejo aparato priista salió airoso y obtuvo poco menos de la mitad de las alcaldías y se quedó con las principales ciudades del estado. Quizá en el número de votos no sea tan apabullante la derrota de Morena, comparada con la de Coahuila, pero en el número de posiciones, sí, sólo obtendrá 6 presidencias municipales.


A su vez, el PAN se ha llevado dos verdaderas sorpresas. Se esperaban que como el partido de la oposición, capitalizara el descontento hacia AMLO y se han llevado dos sonoras derrotas, incluso en sus propios terrenos. Con todo esto se pueden sacar algunas conclusiones: que Morena sin AMLO, no es el partido popular que presume ser; que la popularidad del Presidente, tampoco es tan fuerte como pregona; que podría ser un reflejo de lo que viene el 2021, ya que la oposición ya se dio cuenta que puede jugarle al tú por tú al Presidente.


La popularidad de López Obrador ha pasado de ir a la baja, al repudio de diversos sectores de la sociedad. Luego de la desaparición de los fideicomisos, hay que agregar el irresponsable manejo de la pandemia y la aprobación, que por orden del presidente realizó el Congreso, del aumento a las tarifas de telefonía celular e internet, justo cuando debería ser gratuito, como lo pregonó en campaña, pues ahora la educación de los niños depende de ello.









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