Hace escasos días, los dirigentes de los partidos políticos PRI, PAN y PRD anunciaron una alianza para ir en coalición al próximo proceso electoral federal 2021 en el cual habrán de renovarse 300 Diputaciones Federales electas por mayoría relativa y 200 por el principio de representación proporcional. La apuesta es clara, arrebatarle la mayoría a Morena en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión para tomar el control del presupuesto de la federación.
Tan claro es el objetivo que los dirigentes de estos partidos quienes lo han dicho sin empacho alguno. Les cala que ahora el presupuesto esté en manos del pueblo. Les pudre no decidir el destino de esos recursos, desprecian la justicia social y por ello han decidido hacer pública esta vieja alianza para las próximas elecciones.
Una alianza sin pies ni cabeza, pues se trata de partidos diametralmente opuestos en su agenda e ideología política. Hasta hace algunos años, habría sido impensable hacer pública una alianza de este tipo, no obstante que en los hechos existe desde 2012 cuando estos partidos políticos formaron un frente común en perjuicio del pueblo de México al suscribir el mal llamado “Pacto por México”.
Una alianza que sólo pudo haber sido engendrada por el aborrecimiento desmedido a Andrés Manuel López Obrador y al gobierno de la Cuarta Transformación. Alianza cuyo fin último, verdadero, es el regreso del viejo régimen motivado por el anhelo de recobrar los privilegios de la clase político-empresarial que exprimió hasta la asfixia los recursos públicos del país durante la época neoliberal.
Una alianza carente de toda lógica política; veamos.
El PAN es un partido con ideología política de derecha, conservador, que propugna por una economía sustentada en el libre mercado y la competencia de fuerzas externas al Estado y por la desconcentración de atribuciones del Estado en manos de particulares. En la agenda político-social defiende los valores de la familia y la religión católica se opone rotundamente a temas como la unión entre personas del mismo sexo y el aborto.
El PRD en cambio, es un partido fundado en la conjugación de la izquierda mexicana, que tiene como eje fundamental la conservación de las atribuciones estatales en contraposición a su privatización. Discrepa de la economía sustentada en el libre mercado y pugna por una mayor intervención estatal. En la agenda político-social está a favor del aborto y de la unión entre personas del mismo sexo.
Finalmente, el PRI, es ya una extraña amalgama de ideologías y prácticas políticas pues a pesar de haber nacido como un partido de izquierda posterior a la Revolución Mexicana, fue también el padre del neoliberalismo en México y no adopta posturas definidas frente a temas álgidos en la agenda político-social.
De ahí que una coalición entre estos partidos políticos no resulta si no una aberración amorfa unida por un solo alfiler: impedir la consolidación de la Cuarta Transformación, acaso orillada por una motivación determinante; la avasallante supremacía de MORENA sobre estos partidos en cuanto intención de voto, donde la encuesta más reciente de "El Financiero" ubica a MORENA con 39%, seguida del PAN con 11%, PRI con 10% y PRD no más del 3%, lo que significa que aún en coalición les será muy difícil conseguir el acometido de arrebatarle la mayoría a morena en el Congreso.
Pero lo que sí ha conseguido ya esta alianza, es otorgarle la razón a AMLO, dejando al desnudo la vileza de sus intenciones, tal como lo sintetizó hace unos días en su conferencia mañanera: "Sí genera cierta satisfacción, el tener la razón, en este caso no duele tener la razón, siempre sostuvimos de que era lo mismo, se engañó por mucho tiempo, pero como decía Lincoln, al pueblo se le puede engañar una vez, dos veces, pero no se le puede engañar toda la vida".
Y es así como por fin, se configura el PRIAN ante los ojos de una Nación entera y en contra de la voluntad transformadora del Pueblo de México. ¡Fuera máscaras!
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