lunes, 14 de diciembre de 2020

EXPRESO CORTADO - Gilberto Medina Casillas

Los sueños



¿Qué es la vida? ¿Una ilusión, una sombra, una ficción?, Así comienza un parlamento de una gran obra de Pedro Calderón de la Barca, y se contesta el mismo Segismundo: ‘todo en la vida es sueño y, los sueños, sueños son’. 


Hablemos primero, del sueño reparador. El cual es una función biológica indispensable. Sea cual fuere la calidad del sueño en términos de descanso, nos dormimos y ya. Dice un tango ‘el músculo duerme, la ambición descansa’.


Y cuando dormimos soñamos, el cerebro entra en fases, alfa, beta y delta. Sin intención manifiesta se producen los sueños, donde sabemos que todo es así tal cual se presenta, es una realidad alterna donde nos movemos o miramos, como una película. Los sueños juegan un papel importante, lo sepamos o no. La moderna psiquiatría y el naturismo védico, le atribuyen al dormir, funciones de limpieza. 


La última parte de su obra, Freud la dedica a la interpretación de los sueños, creyendo, con ese aire metafísico que tuvo el freudismo, que son reveladores de profundos trastornos o indicios psicoanalíticos, que incluso el diálogo catártico no revela y, por tanto, no resuelve. 


Los sueños son portadores de mensajes cifrados que manda el subconsciente y apenas son captados por la conciencia del yo, bajo el esquema siguiente: en el sueño nada es absurdo. Esta ductilidad, llamémosle así a esta cualidad de los sueños, les permite ‘revelar’ mensajes profundos, usando las figuras del lenguaje, elipsis, hipérbole, retórica, ironía, metáfora, alegoría, símil, paradoja, como si tuvieran una verdadera existencia propia, en el sueño.


Esto es, que el sueño no parece tener paradigmas ni figuras idiomáticas, son solamente imágenes complejas con personajes dispares en secuencias extrañas. Y otros asombrosamente vívidos. Es decir, el soñante cree que lo que pasa en el sueño, está ocurriendo en realidad.


Vamos a tomar unos fragmentos de la obra de un sabio mexicano, para mostrar, aunque sea vagamente, los dificilísimos mecanismos del sueño. “Los planos oníricos como siempre se entremezclan con las distintas voces: la del soñado, la del soñante y la del soñador. Y por supuesto, no se distinguen una de la otra”.


El proceso de soñar, en cuanto a los mecanismos interneuronales que se desatan, aparentemente sin ton ni son, producen las narrativas que constituyen los sueños, algunos de los cuales quedan en una coleta de la memoria.


Luego vuelven como revelaciones. Como el sueño de José, que a partir de un sueño, explica a María que deben huir a Egipto, con el niño. Y lo hacen y el infante Jesús, se salva del infanticidio perpetrado por el abominable Herodes. Hay gran cantidad de ejemplos, como el del otro José, el vendido por sus hermanos, quien se encumbró en Egipto gracias a dominar el arte de la interpretación de los sueños. El sueño de Lin Tzu, quien al despertar no sabía si es una niña que ha soñado ser una mariposa, o Lin Tzu es una mariposa que sueña que es una chica.


Hay gente que no recuerda sus sueños y por tanto afirma no soñar. Otras personas sueñan cosas que no les representan emoción, sentimiento ni significado. Otro grupo de personas muy ocasionalmente soñamos cosas que suceden en nuestra dimensión onírica y representan una carga emocional, sentimental o una situación relevante. Si nos produce temor, pesadilla, el soñador nos despierta. Y por segundos nos acordamos clarito del sueño. Volvemos a dormir y si hay algo ‘importante’ en ese sueño, al despertar nos acordamos de ello. Lo platicamos a quien confiamos, incluso. Aunque la mayoría de las veces nos quedamos en la anécdota de la narrativa y, no buscamos los símbolos intrincados, los cuales por allí se esconden.


Terminaré con la descripción, muy breve, de una cosmovisión harto interesante. ‘Continuó soñando con todas las cosas que los Espíritus Creadores habían soñado antes y ahí supo que todas las criaturas eran hermanas y que su misión era proteger el Soñar. El Gran Espíritu Creador de la Vida se fue a descansar cuando vio que el Secreto del Soñar estaba a salvo’.


Y dijo el poeta a voz en cuello: “Si soñar no cuesta nada, dejar de soñar nos cuesta la vida entera”.



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