lunes, 8 de marzo de 2021

DESDE EL AULA - Por: Profesor Julio Hernández Ramírez



Me resisto, no quiero hablar de una realidad lacerante, de las mentiras interminables, del autoritarismo que amenaza abriendo sus fauces como hiena. De la ineptitud  sin precedente, de un estado con un gobierno inexistente, del extravió de un colegiado municipal, de la ansiedad de quien fue y quiere volver a ser, de la perversidad del titiritero que mueve los hilos tras bambalinas, de los simuladores de siempre que ofrecen mucho cuando nada tienen y menos hacen, de los que dicen que se fueron cuando nunca estuvieron, de los que no tienen empleo, de los que se mudaron al lugar de los  muertos, de los tantos emprendedores que perdieron lo forjado con esfuerzo, de la pérdida de asombro ante lo inenarrable, del egoísmo que encierra en uno mismo, del derrumbe de lo que tanto costo construir, de la debacle  al que se conduce al país.


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Prefiero hablar de ti y de mí, te acuerdas de aquella imprudencia tuya y mía. Me dolió hasta el alma, pensé que nunca volverías a ser la misma, pero te recuperaste pronto. Eres extraordinaria. A veces me tomas por sorpresa y pasas tu lengua húmeda por mi rostro, te regaño y te muestras apenada. Si doy mil vueltas, tu recorres los mismos pasos, a veces te adelantas, te cuelas como el agua por las rendijas; eres fiel como la aurora al amanecer, como el atardecer a la noche. Mis hijas te pusieron como nombre “princesa” y yo te llamé “changa”, te gustó lo último, eres pueblo, te sabes bonita con tus ojos grandes y brillantes, con tu pelo gris y crespo, como yo, te haz hecho grande, pero que importa, la vida es así.


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Larga, heroica y dolorosa ha sido la lucha de la mujer por conquistar un trato igualitario con respecto al hombre, por tener las mismas oportunidades en las mismas condiciones, mucho se ha logrado, pero no es poco lo que falta por hacer. Su reclamo es justo, urgente, inaplazable. Para la sociedad sigue siendo una asignatura pendiente de acreditar.


Mucho puede decirse de la mujer, de su belleza inigualable, de su hermosura sin parangón, pero mas allá del romanticismo y la veneración, hay que destacar otras cualidades; el don de la maternidad las hace imprescindibles, en la economía familiar logran verdaderos milagros, en la tragedia son valerosas en la administración, ordenadas, honestas y exigentes.


La historia muestra abundante, y de manera irrefutable, que la resistencia de la mujer en la calamidad es admirable. Compresivas, solidarias, fraternas, guerreras, bonitas, así son las mujeres.


En el marco del día internacional de la mujer, ¡felicidades a todas!




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