lunes, 8 de marzo de 2021

REFLEXIONES - Por:Héctor Hernández Parra.


Continúa la controversia, a la cual estamos invitados a conocer, puesto que se trata de la evidencia de la mala administración que tienen algunas entidades del gobierno federal. Se trata de un choque entre la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y el gobierno federal. Se ha puesto en tela de juicio las inconsistencias de las auditorías practicadas al gobierno de la república y a sus diversas acciones vertidas en la cuenta pública 2019.


A la Secretaría de la Función Pública le fueron detectadas acciones que ponen de manifiesto una vez más que la “austeridad republicana” cacareada a lo largo y ancho de nuestro país, ha sido una mentira, como ejemplo se encontró un derroche al inundar la entidad de burócratas y al contratar personal sin contar con el perfil adecuado.


Otra área en conflicto es el Sistema Nacional Anticorrupción, al parecer severas anomalías relacionadas con el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) detenido por un capricho presidencial y disfrazado por una consulta manipulada, con una inversión de la iniciativa privada, misma que reclamó su indemnización y sus ganancias a costa del erario público.


Muy cuestionados los proyectos presidenciales como la construcción del Tren Maya, el aeropuerto militar Felipe Ángeles, construido por el ejército; la construcción de la Refinería Dos Bocas, los programas federales como Jóvenes Construyendo el Futuro y las Universidades del Bienestar Benito Juárez.


La respuesta presidencial ha sido la descalificación, el rechazo a las observaciones publicadas por David Colmenares responsable de la Auditoria Superior de la Federación, en una acción de deslindarse de la responsabilidad del trabajo de su equipo, la salida clásica presidencial ha sido una vez más la de culpar a sus adversarios.


En la desesperación ha encargado al Congreso de la Unión que investiguen a los auditores ya que seguramente existen fallas en las conclusiones hechas del conocimiento público. Esto es presionar al Congreso para que la ASF manifieste que hizo un mal trabajo y sea sujeta a una investigación.


Como lo habíamos supuesto, el cese de funcionarios de la ASF no se hizo esperar, desde el viernes 26 de febrero fue separado del cargo Agustín Caso Raphael, auditor especial de desempeño de la ASF encargado de la auditoría que fiscalizó el costo de cancelación del aeropuerto de Texcoco; la ira presidencial activó la guillotina, recordemos que una cualidad presidencial es que “lo suyo, no es la venganza” como tantas veces lo ha repetido. 


Por su parte, la fracción parlamentaria de Morena exige la renuncia a David Colmenares, luego de su comparecencia ante el Congreso, pues lo señalan de corrupción, además de su responsabilidad por el citado informe.  Tal vez sea lo mejor que debiera hacer, ya que de otra manera no se liberaría de la pena de aceptar que el mandatario le ponga orejas de burro en el salón Tesorería de Palacio Nacional, que le escupa la cara o que le golpee las manos utilizando un palo con un clavo en la punta.


En su defensa se hace necesario un comentario de Carlos Urzúa ex secretario de Hacienda y un digno personaje que conoce los alcances financieros de esta Cuarta Deformación.


Correo electrónico  hectorhernandezparra77@gmail.com





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