De anécdotas y ancianos.- Los fuertes aguaceros que han caído en la región, alteran el trabajo de los campesinos pero favorecen a las matas de café que han pasado la floración y empiezan a observarse los verdes y pequeños frutos. Hoy finaliza la canícula que inició en julio. Este año fue de lluvias y no de calores. El viejo cortador curtido por el tiempo y el trabajo, a sus casi nueve décadas, disfruta de la compañía de sus nietos y bisnietos que andan emocionados porque las clases, por radio, inician el lunes. “Abue, ya viene el día del Abuelo… ¿qué opinión tienes de eso?. Sentado en su silla de palma, los observa con ternura y les explica: “Hay una gran diferencia entre crecer y envejecer, y la gente siempre se equivoca. Creen que envejecer es madurar, pero el envejecimiento pertenece al cuerpo. Todo el mundo envejece, pero no necesariamente madura. La madurez es un crecimiento interior. Es algo que tú aportas a la vida, surge de la conciencia. Cuando una persona envejece de una forma plenamente consciente, se vuelve sabia. Experiencia más conciencia, es sabiduría”... Pero Abue, tu siempre estás activo, eres muy sano y siempre de buen humor, trabajas, comes, tomas, ríes y siempre estás pendiente de toda tu familia. ¿Cómo le haces, a tus años, para conservarte así?. A lo que el viejo sabio de las melgas, discípulo de Cronos y devoto del trabajo rudo, con singular parsimonia y sonrisa franca les dice a los cuatro chiquillos que lo observan con admiración: “Les voy a contar un chiste de mi compa Don Barajas, que es muy conocido porque se ha publicado en muchas partes. No lo quiero chotear, pero ahora con motivo del Día del Adulto Mayor, la anécdota cae ‘como anillo al dedo’. Cuando le pedían consejo a mi compa Don Barajas, o cuando le hacían la misma pregunta que ustedes me hacen, horondo y a los gritos respondía: “Mira cabrón, pa´que dejes de andar jodido y jodiendo, te voy a dar unos cuantos consejos pa’ que vivas bien, y no nomás sobrevivas ¡Mírame a mí!, que me sigo riendo: Agradece por todo, no te quejes, dale gracias a Dios que estás, que sigues, que vives; mientras a otra bola de tarugos, ¡ya se las cargó la chingada!. Cuando puedas comer, come. Cuando puedas dormir, duerme. Cuando puedas disfrutar, disfruta. Cuando puedas trabajar, trabaja. Y si aún puedes, échate unos tragos, juega, haz el amor y chifla. Da gracias porque tienes salud. No te la pases quejando. Si en la noche no puedes dormir, y estás vuelta y vuelta en la cama, ¡Pos’ párate! y ponte a hacer algo, afila el machete, escribe una carta, ponte a leer; si te quedas acostado, con los ojos pelones vas pensar ¡puras pendejadas! y lo peor es que después las haces… Los problemas grandotes, que son del mundo y que salen en la tele, ésos mándalos al carajo, no los vas a arreglar tú, ni les entiendes, no te hagas tarugo. Deja que los que pueden, los arreglen. Pero tú arregla los que sí están en tus manos. Si te dan, agarra. Aprovéchalo, así sea un chingadazo o un beso, porque no sabes de qué forma te llegan; así que tú ¡Agarra! ¡Ah!, pero eso sí: ¡No agarres nunca lo que no es tuyo! cada quien tiene lo suyo, lo que se gana y lo que se merece. Lo que hagas, ¡hazlo con ganas!, y hazlo bien o no lo hagas. Y olvídate de las envidias, tú a lo tuyo, porque nunca sabes cuándo vas a valer madre. Cuídate de los cabrones y aléjate de los endejos… fíjate bien como son, porque hay un chingo, conócelos pa’ que nunca seas como ellos. Ayuda y escucha a tus amigos, no hables mal de nadie. Sé orgulloso, pero no arrogante. Sé humilde, pero no agachado. Sé valiente, pero no imprudente. Cuando ganes, sonríe, cuando pierdas, no armes un drama, y si te da la gana… llora. Se vale, pa’ que se te quite la impotencia. Pero luego luego, afánate en otra cosa. Nunca te preocupes por lo que no tienes, por lo que no puedes comprar, cuánto cabrón que tiene todo cae en la cárcel o en el hospital, tú tienes algo más valioso que es tu gente y tu salud… Manda a la chingada a la muerte, que sea ella la que se preocupe por no poder llevarte, y no tú, porque ya te va a llevar…”. Con risas y gritos los chiquillos festejan la cátedra. Para finalizar, el viejo entre risas irónicas concluye: “Y mijo, si la vida te da limones… pide tequila y sal…”.
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