lunes, 24 de agosto de 2020

Cerca del Cielo Por: José Ramón Flores Viveros

 La amistad.-


La primera salida al Cofre de Perote, a los 14 años de edad, jamás y nunca imagine, que sería un viaje al futuro, un experimento de convivencia con los amigos del barrio, de tolerancia y afecto. Es increíble que después de 48 años de aquella vivencia, sigo en contacto permanente con uno de mis amigos con los que logramos hacer cumbre en esta montaña. Es un lazo sólido, Lázaro Rafael Sánchez Velazques, escribió un libro de aquella “Azaña”, el libro, una especie de novela, titulado “Vidas Complejas”, plasma en una de sus partes, la visita a esta montaña.


El Cofre no representó un vano triunfo, superfluo, para quienes logramos llegar hasta la Peña, representó un triunfo de la amistad, de la necesidad de encontrar valor interno. Si no hubiera sido por todas las palabras de aliento que me dieron, después de salir de Tembladeras, me hubiera regresado, sin hacer un verdadero esfuerzo, su alegría y entusiasmo, con exigencia también, fue lo que me llevó a poder terminar la subida. Aun sobre mis propios miedos, porque sinceramente, debo aceptar, que haber estado en la montaña, siempre me provocó muchos miedos.


Una de las montañas que más me impresionó, que al estar frente a ella me sentí minúsculo e indefenso, fue el Huascarán peruano. Mis miedos y demonios internos, siempre se soltaron sin control, así como mis propias dudas. El blanco profundo y misterioso de un glaciar, me platicaba al ir subiendo, de la violencia que podía estar contenida bajo ese blanco engañosamente ingenuo e inofensivo.


La compañía de aquellos amigos de la infancia en la dura jornada aquella ocasión, forjó recuerdos y lazos de acero, esto lo siento cuando tengo oportunidad de volver a platicar con Sergio Montero, Adrián su hermano y nuestro líder en aquella ocasión, murió hace algunos años, y con el mismo Lázaro. Logro sentir la misma emoción, también logro sentir lo necesario de haber experimentado aquella locura de esfuerzo y miedo. Mi vida actual, aun con sus contradicciones, me llena de felicidad, no la cambiaria por nada, me declaro feliz con ella.


Si los dados hubieran caído de otra manera, con otra numeración, mi vida hubiera sido otra, estoy seguro de que no hubiera sido mejor que ahora, tal y como lo plasmé en una columna pasada, no me declaro montañista, ni alpinista por vocación, es un concepto demasiado alto, no cualquiera puede decir “ Soy alpinista”, siempre me he definido como montañista aficionado, una afición que me ha traído muchas satisfacciones, y que me permitió salir fuera del país, los recuerdos que guardo en mi corazón de estas salidas al extranjero, es algo que no puedo definir ni explicar. 


Cuando subía estas montañas, siempre recordé a mis amigos del Cofre, haciendo siempre mi mejor esfuerzo, preparándome a la altura del compromiso, siempre pensando en que se sintieran orgullosos, de su alumno, orgullosos de que fuera su amigo. Fueron parte fundamental en aquellas expediciones en los Andes. 


Tengo muy presente en una entrevista televisiva en TV Mas, Ariel Ortiz, el conductor del programa, me hizo una sencilla pregunta: que cuál era la montaña que más recordaba, la más significativa; le conteste que fue el Cofre de Perote, aun sobre el Pico de Orizaba y montañas sudamericanas. Una amiga que vio la entrevista, me envió un mensaje posteriormente donde me hizo saber que le había gustado mucho mi respuesta. “Casi siempre, la primera vez, es la mas significativa”. 


Termino esta colaboración, con mucha tristeza, mi pésame sincero a las familias del ingeniero Agustín Texon y Fredy Bonilla, por su triste y lamentable partida de este planeta, al cielo profundo e infinito, al lado de Dios.  

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