lunes, 21 de diciembre de 2020

Por si no lo sabías - Por: Valente Salazar Díaz

 ¿QUÉ ES LA VERDAD?



Al inicio de su obra fundamental, la
Metafísica, el gran filósofo griego Aristóteles nos dice que “Todos los hombres tienen por naturaleza el deseo de saber”, lo cual se puede interpretar en sentido amplio como el deseo de conocer la verdad de las cosas.


Ahora bien, nosotros podemos interpretar esto como el deseo de conocer la verdad del mundo que nos rodea, de crear en nuestra mente una idea fidedigna, exacta, real o precisa de aquello que se presenta ante nosotros y podemos percibir por medio de nuestros sentidos.


En esta primera aproximación la idea de lo verdadero se habla de una verdad por adecuación, lo cual significa que si nuestra mente percibe algo y tiene una idea que se corresponda con ese algo, entonces podemos designarlo como verdadero al establecer la relación entre nuestras ideas y el objeto percibido.

De esta forma, al decir “la noche es oscura” o “la nieve es blanca” nuestra mente adecua los objetos noche y nieve a los conceptos oscura y blanca, con lo cual hemos predicado dos verdades del mundo.


Sin embargo, al paso de los siglos, otros filósofos han puesto en duda este concepto de la verdad, como David Hume y Emmanuel Kant. Para Hume, quien establece un subjetivismo relativista no existe tal cosa como una verdad objetiva y por tanto la verdad –caso de aceptarla como tal- es algo que cada individuo crea para sí; aquí se puede recordar aquella frase que dice “Nada hay más real que el delirio de un esquizofrénico” y, en efecto, para el que está atrapado en su propia mente la verdad es lo que él mismo ha construido en su interior, a despecho de lo que el mundo diga.


Para Kant lo único que podemos saber de las cosas (“noúmenos”) es lo que nuestros propios sentidos ponen en ellas (“fenómenos”) de tal forma que, para el que es invidente de nacimiento, decirle que la nieve es blanca o el cielo azul no le ofrece en absoluto un valor de verdad. Por lo tanto en la filosofía kantiana, de corte idealista, sólo se puede llegar a la verdad por medio del razonamiento expresado en los juicios; que son proposiciones lógicas sobre lo que nuestros sentidos han captado, y no más que eso.


En épocas más recientes el auge de la filosofía materialista ha llevado a configurar la teoría cognitiva del constructivismo, según la cual la verdad es sólo aquello que los hombres acuerdan que sea en colectividad; dicho en palabras sencillas: si acordamos que la nieve es blanca o la noche oscura es porque de antemano hemos creado los conceptos de “blanco” y “oscuro” y los hemos definido en nuestra idea colectiva como los opuestos a “negro” y “claro” para después aplicarlos a aquello que a nuestros ojos se ve como blanco u oscuro -sean los objetos que sean- y aún más, aplicando por extensión a otros conceptos e ideas, de lo cual se derivan expresiones como decir que “su alma es blanca” o “tiene oscuras intenciones”.


Ya sea que nuestro pensamiento coincida con una u otra teoría de la verdad lo cierto es que la frase de Aristóteles: “Todos los hombres tienen por naturaleza el deseo de saber” permanece vigente a veinticinco siglos de haber sido expresada, ya que mientras más conocimientos acumula la humanidad en su devenir histórico más cuenta nos damos de lo mucho que ignoramos ante la inmensidad del Universo.


Valente Salazar Díaz

Colaborador

           

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