lunes, 1 de febrero de 2021

Columna 33 - Por Carlos Lucio Acosta

La cosa es sencilla. En los procesos electorales todavía utilizan las viejas fórmulas y estructuras obsoletas en la búsqueda del sufragio popular. La presidencia de comités ejecutivos nacionales de los diferentes partidos políticos registrados, convocan a sus dirigentes estatales y éstos a líderes municipales a localizar presuntos aspirantes a cargos de elección.


Elaboran listas con nombres y apellidos de militantes, simpatizantes, amigos y recomendados para el desempeño de regidurías, sindicaturas únicas, alcaldes, diputados locales y diputados federales. El primer filtro de prospectos a competir es aplicado por los comités municipales, el segundo por los estatales y el tercero por el ejecutivo nacional.


Sin embargo, la línea de mando queda rota de manera más premeditada que de forma accidental no solo por la militancia, sino también por los cuadros dirigentes municipales, estatales y nacionales. En lugar de esperar el tiempo político programado por el Instituto Nacional Electoral (INE) o el Organismo Público Local Electoral de Veracruz (OPLE), aceleran la marcha del proceso.


Unos, saltan trancas al apuntalar el registro bajo reserva ante la dirigencia estatal y el estatal con el nacional. Y algunos municipales “amarran” posiciones en directo con el nacional, pasando por las barbas la dirigencia estatal. ¿Quién mete el desorden? ¿Quién violenta estatutos, declaración de principios, programa de acción y el código de ética? Sí no todos, al menos sí, la mayoría. Rompen con la tambaleante disciplina, con la escaza organización y cuestionada militancia partidista. Estas maniobras han provocado serias raspaduras a la vida interna de la estructura militante.


Los catorce partidos políticos (10 nacionales y 4 estatales) a participar en la elección del primer domingo de junio del 2021, no están del todo unidos y menos de acuerdo con la toma de decisiones. La existencia de grupos internos inconformes en lugar de fortalecer, debilitan a cualquiera. Las cúpulas partidistas acordaron precandidaturas sin tomar en cuenta el punto de vista y propuestas emanadas de la base militante.


La molestia gira en torno a la designación de presidentes e integrantes de los comités directivos estatal y municipales, diputados federales y locales, alcaldes, síndicos únicos y regidores, distribución de cargos plurinominales, reducción de prerrogativas de ley, venta de candidaturas, la reelección y aspirantes con antecedentes penales.


En relación facilitada al reportero por militantes inconformes figuran 93 grupos, distribuidos de la siguiente manera: 20 del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA); 15 del Partido Revolucionario Institucional (PRI); 10 del Partido Acción Nacional (PAN); 12 del Partido de la Revolución Democrática (PRD); 8 del Partido Verde Ecologista de México (PVEM); 6 del Partido del Trabajo (PT); 14 del Partido Nueva Alianza (PANAL); 5 del Partido Movimiento Ciudadano (PMC) y 3 del Partido Encuentro Social (PES).


Si bien es cierto que la cosa es sencilla, también es verdad que no del todo es fácil.

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