Desafortunadamente, con la prolongación de la pandemia y “la segunda oleada de contagios”, Teocelo ha perdido más vidas humanas. Y aunque las muertes, tristemente, son una variable más en la fórmula estadística de la covid-19, es imposible no pensar, cuántas de esas vidas se hubieran podido salvar, si ciudadanos por igual acataran las medidas básicas de prevención, y las autoridades trabajaran y velaran realmente por el bien de la población.
Ya se ha mencionado que, en la tierra del Dios Ocelote, las medidas tomadas por los diferentes niveles de Gobierno parecen nulas. También se ha señalado la desidia de una gran cantidad de ciudadanos por acatar las recomendaciones generales de salud, así como de las diferentes organizaciones civiles y sociales de Teocelo, como iglesias o la liga de “football”, de no fomentar o impedir la reunión y aglomeración de sus agremiados.
En ese sentido, durante la semana que termina, se pudo observar el paseo y visita a capillas por la cabecera municipal de la imagen religiosa representativa de Teocelo. El hecho no tendría “pero”, excepto que en el ir y venir era acompañado, fielmente, por grupos de personas y hasta banda, que en su mayoría no utilizaba el cubrebocas, y que fomentó la concentración de personas, incluyendo niños, que se emocionaban con la alegre música.
Asimismo, el día de la publicación de esta columna, se estarán llevando a cabo bautizos, confirmaciones y primeras comuniones en la parroquia. Esto significa la concentración de niños, padres, tutores, padrinos y familiares para la celebración de dicho evento.
Esto podría representar una franca rebeldía o desacato hacía el Gobernador del Estado, quien ha decretado la “alerta Especial por Covid-19” en 84 municipios hasta el 2 de febrero, incluido Teocelo, debido al incremento de contagios en el Estado; con la finalidad de salvaguardar a la población.
La iglesia católica podría estar incurriendo en alguna falta o sanción según el artículo 29, capítulo primero, título quinto de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público que en su apartado IV dice: “Promover la realización de conductas contrarias a la salud o integridad física de los individuos”, ya que el artículo 25 de la misma ley dice: “…Las autoridades estatales y municipales (…) serán auxiliares de la Federación en los términos previstos en este ordenamiento”.
Sin embargo, lo verdaderamente preocupante es la poca importancia que se le da a la vida, por el riesgo de contagio, de la institución religiosa y de las autoridades que no intervienen, salvo que demuestren lo contrario, para promover la suspensión o posponer la celebración de eventos que no son de necesidad básica, ni atentan contra la integridad de los fieles si no se realiza.
La responsabilidad también es de los ciudadanos que menosprecian la seriedad de la pandemia y sus posibles consecuencias y acuden, apadrinan y fomentan la realización de estos eventos, en tiempo de crisis. La fe que cada ciudadano elija es respetable, sin embargo, como en otros muchos temas, cuando las acciones subjetivas afectan el derecho de terceros, ya no son correctas.
La culpa no es de un solo ente (Gobierno, religión o sociedad) sino que es responsabilidad de todos actuar para proteger a ciudadanos y menores, pero en Teocelo, eso no se aprecia, pese al Decreto del Gobernador del Estado.
En este tiempo cobra relevancia la frase: “Las manos que ayudan, son más nobles que los labios que rezan”: Robert G. Ingersoll.
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