lunes, 28 de septiembre de 2020

EDITORIAL

A 52 años de distancia, el 2 de octubre de 1968, o la matanza de Tlatelolco, se ha convertido en nostalgia y en un amargo recuerdo histórico, pero que ya es desconocido para las actuales generaciones. Sin embargo, en el registro de la historia, solo queda analizar lo que nos legó un movimiento controvertido, en un momento complejo en el contexto mundial. 


El gobierno mexicano, presidido por Gustavo Díaz Ordaz, caracterizó al movimiento como el intento de derrocar al gobierno, instaurar un régimen “comunista” como parte de un “Plan Subversivo de Proyección Internacional”  y lo criminalizó,  argumentando que sus participantes eran terroristas, delincuentes o un peligro para la seguridad nacional. Por ello, fue reprimido el 2 de octubre de 1968, cuando perpetró la masacre de Tlatelolco en la Plaza de las Tres Culturas.


Ese movimiento estudiantil inspirado, tal vez, en la moda comunista del momento, prueba la importancia de escuchar a los jóvenes, de que los gobiernos escuchen el clamor popular. Dejó en claro que siempre se debe escuchar la voz de la gente, sobre todo de los jóvenes y que jamás deben cerrarse los canales de comunicación, pues siempre es posible abrir espacios de diálogo, concordia y acuerdo.


A raíz de este trágico suceso, en el que murieron decenas de estudiantes atacados por fuerzas de seguridad, los mexicanos tenemos el compromiso de mantener en la memoria la noche de Tlatelolco, para que no se repitan.  Fue un “parteaguas” en la historia política y cultural de México, que derivó en un avance sustancial innegable en el terreno de los derechos humanos.


Los años 60 inauguraron un camino de transformación de los conceptos de familia, educación, comunicación, sexualidad y reproducción, así como una redefinición de lo público y lo privado, y la lucha por los derechos de ciertas minorías. Cuba, Vietnam, la Guerra Fría, el movimiento hippie, etc., fueron muestra de ello.


El movimiento fue crucial para la juventud del mundo, pues los jóvenes se reconocieron como un sector capaz de movilizarse y de contagiar al mundo con su conciencia crítica. Quizá por ello, actualmente, los jóvenes son sujetos de enajenación. Nadie pone en duda la importancia del movimiento en el avance de la democracia, de la libertad de expresión y manifestación de las ideas en México, así como en la ampliación de ofertas para la educación superior.


El próximo 2 de octubre se conmemoran 52 años de la masacre de Tlatelolco, uno de los episodios más oscuros de la democracia en México, que pone a reflexionar sobre la capacidad de diálogo de los gobiernos, la voluntad de buscar soluciones concertadas, la participación ciudadana activa y, sobre todo, la capacidad para atender las situaciones críticas del país, para evitar tragedias.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario