lunes, 12 de julio de 2021

POR SI NO LO SABÍAS - Por Valente Salazar Díaz

¿Qué es la Modernidad? (Parte II)



En la edición anterior de esta columna señalábamos, ya que a lo largo de su desarrollo histórico, la Humanidad ha atravesado por distintas etapas o Edades, que se han caracterizado por diversas tecnologías, ideologías y creencias sobre el Mundo hasta llegar a la actual Edad Contemporánea. Antes de ésta se consolidaron las bases de la sociedad que hoy conocemos desde la Edad Moderna, y decíamos también que no se debe confundir a esta Edad de la historia con la Modernidad, que si bien están íntimamente ligadas son cosas distintas, pues la primera es una etapa que se puede distinguir como “marcada” por hechos importantes como lo son una Revolución o el surgimiento de un nuevo modelo económico; mientras la segunda es una Cosmovisión, o sea una manera de concebir al Mundo que nos rodea y entender el significado del Hombre en él.


La Modernidad pues, se caracteriza por una cierta Filosofía que da sentido a los hechos cotidianos de la sociedad y a la vez emana de las transformaciones que esta sociedad experimenta día a día. Es bueno resaltar que los hitos históricos que se han mencionado son signos externos, elegidos de un modo arbitrario, para indicar transformaciones lentas y difusas cuya maduración toma mucho tiempo. Así, la caída de Constantinopla el 29 de Mayo de 1453 es una fecha elegida para marcar los comienzos de una nueva manera de ver el mundo y de actuar sobre él, que despunta en el Renacimiento con el pensamiento de Giovanni Pico della Mirandola (humanista y pensador italiano) expresado en su Discurso sobre la dignidad del Hombre en 1486 y va desplazando poco a poco la concepción medieval del universo, hasta constituir lo que llamamos “Modernidad”. Cabe señalar que la Modernidad no se origina sólo en estos dos eventos, aunque trascendentes, sino en el aporte de muchos otros grandes pensadores como Niccolo Macchiavelo o Giordano Bruno, y aún en el arte de Jan Van Eyck (Retrato del matrimonio Arnolfini en 1434) o Leonardo da Vinci (La divina proporción en 1509). Tenemos entonces que la Modernidad es producto de diversos eventos, en diversos momentos históricos que la han conformado como la Filosofía de una época. 


Ahora bien, se pueden identificar cuatro ideas centrales o pilares de la Modernidad, que son: 


  • La primera es que el Hombre se convierte en medida y centro del ser, dejando atrás al pensamiento medieval en el cual la humanidad es sólo una integrante del orden natural de las cosas, que ha sido estructurado y dirigido por Dios.  
  • El segundo concepto clave es el de razón. La modernidad formula un proyecto de racionalización del universo, que se afianzó plenamente en el desarrollo de las ciencias a partir del siglo XVII con Newton y Descartes y culmina hasta el siglo XIX e inicios del XX con Darwin y Einstein, amén de muchos más estudiosos, descubridores e inventores.  
  • En tercer lugar surge el proyecto de convertir la naturaleza, por la técnica, en morada digna del hombre, que no está ya supeditado a los fenómenos de la naturaleza y puede imponer su actividad creadora en todos los rincones del planeta.  
  • Y finalmente la esperanza de pasar de los antiguos esquemas de injusticia y desigualdad (que persistieron hasta la Guerra de Secesión en EEUU a fines del siglo XIX y bien entrado el XX por citar sólo dos ejemplos) a la consecución de una sociedad justa.


Cada una de estas ideas centrales las hemos visto hasta hace pocas décadas como los fundamentos de la filosofía moderna y hemos aceptado su vigencia como directrices de lo que el mundo debe ser, y en próximas apariciones de esta columna las comentaremos, pues cada una de ellas, cuestionadas por diversos autores, se ha enfrentado en los últimos años a lo que se anuncia ya como la Época Posmoderna. 


Hablaremos pues de lo que han representado para nosotros, de las crisis que últimamente han confrontado, y de las expectativas que se nos presentan en este mundo moderno tan cambiante. 




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